8.3.2023
Es un gran día para hablar de este tema, pues hoy es el cumpleaños de mi padre, quien se fue de casa después de 9 años de matrimonio y 3 hijos de 6 años, 3 años y 8 meses.
Con el paso de los años y tantas horas de terapia, libros de auto ayuda, experiencias y el deseo de conocerme, de entenderme, he podido aceptar de una vez por todas que esta sensación de incomprensión y soledad (desolación) obedece a las heridas de la infancia de mi padre. Aun cuando no tenga la historia completa relatada por él, siento que una parte profunda en mi la comprende.
Entiendo mi necesidad en las relaciones con otros de querer irme y dejar todo abandonado cuando la situación se torna difícil y de cómo he luchado toda mi vida con esta sensación para poder terminar lo que empecé, permanecer firme frente a mis compromisos (tal vez con la polaridad inversa para no ser igual que mi padre). Esta sensación de querer irme me ha acompañado toda la vida incluso en la vivencia de mi maternidad y relación de pareja. Sin embargo, con algo de asombro aún me encuentro aquí, y cada vez que se despierta ese programa de dejarlo todo en las relaciones, me recuerdo a mí misma que sólo obedece a una forma perpetuada por mis abuelos y mi padre, y que no necesariamente debo seguir obedeciendo a esta conducta, porque es sólo eso, una conducta, un programa.
Muchas veces me vi a mí misma e incluso en los relatos de mis pacientes, utilizando esta oración respecto de la incomprensión y la soledad para justificar decisiones que lo único que escondían era el profundo miedo a enfrentar la vida creada por ellos mismos, la vida creada por mí misma.
La tentación de abandonar todo una y otra vez se ha manifestado también en los innumerables cambios de casas, de no permanencia, de no poder sostener amistades que perduren en el tiempo de manera continua, los cambios e inquietudes intelectuales.
En algún momento, tuve que decidir con mucha valentía, coraje y compromiso dejar de poner en duda la profundidad de mis relaciones, aceptar que el verdadero amor se pone a prueba en los momentos amargos más que en los dulces, en aquellos momentos donde no logras comprender las decisiones de tus seres amados, pero aun así decides tener tu corazón abierto, y también aprender a dejar de mentirme.
Desde hace algún tiempo, dejé de confundir la soledad con la desolación. Esta inversión del sentir de mi pensamiento me ha hecho reconocer que una gran parte de mí disfruta de la soledad, sobre todo cuando estoy en mis procesos creativos. Y que la desolación llega cuando vivo la gran mentira del Abandono y la orfandad, sintiendo que nadie está para mí en el mundo, que debo arreglármelas sola, que no puedo confiar o delegar, que no soy importante para nadie en el mundo. ESA ES LA GRAN MENTIRA DE MI PERSONAJE HUERFANO.
Lo escribo con mayúscula porque no debo olvidar jamás que es una mentira.
¿Cómo podría la hija de Dios estar en tal situación? Es una contradicción tan absurda de mi mente, que por inconsistente no queda más remedio que cancelarla.
Hoy es el cumpleaños de mi padre, y a la distancia lo saludo, esperando y deseando que este sentimiento de su corazón haya desaparecido, que alguien en algún lugar lo célebre pues así de paso celebra mi existencia también. Mi deseo para él, es que haya encontrado la paz, la tranquilidad y el profundo cobijo del amor de Dios. Que pueda encontrar un sentido a las decisiones de mi abuelo y de mi abuela, y pase de la desolación al gozo de la abundancia de Dios.
En algún momento de mi camino, fui capaz de verme al espejo y reconocer que soy hija de mis padres y que soy igual a mi madre e igual a mi padre, pues soy el fruto de esa relación.
En algún momento comprendí que honrarme como fruto de otras relaciones pasadas (lo que algunos llaman los ancestros), lo quiera o no me da el sentido de pertenencia más no el de permanencia en un sólo lugar ya sea espacial o emocional. Soy al igual que todos los fractales de Dios e hija de la creación.
El atreverme a observar mi vida, mi historia en una escala más grande de mi supuesta realidad, me hizo comprender que los sentimientos de pequeñez me tendrían atrapada para siempre en la historia de orfandad. Soy hija de la creación, y por lo tanto tengo todo a mi disposición, es mi herencia por derecho no por elección.
Cada vez que vuelven esos pensamientos a mí, de sentirme sola e incomprendida rezo por mi papá, por Pablo para que encuentre paz por sus decisiones y tranquilidad, le recuerdo que es imposible habitar la orfandad en la inmensidad de Dios.
Feliz cumpleaños Papá, entiendo tu dolor, el dolor de haber sido abandonado por tus padres, entiendo tu cárcel del Alma.
Feliz cumpleaños Papá donde quiera que estés.
By A.E
María José Tardón García
Humana en cuerpo de mujer tratando de experimentar el Ser
Espejos y Fractales del Alma
@efdalma
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