19.3.23
Ayer mientras tenía un día de descanso en la playa, recordaba como mi hijo menor se había resistido en la mañana a realizar esta actividad. Sin embargo, fuimos igual y dispuestos a tener un lindo día de playa.
Una vez estando allí, le pregunté si quería estar ahí o mejor nos devolvíamos a la casa, y me respondió: Yo pensé que sería como antes de ayer, que iríamos al mismo lugar y ahí sólo habían rocas… no fue entretenido para mí.
Y me quedé pensando, como es que nuestras memorias y experiencias afectan nuestras decisiones en nuestro presente.
Por un lado, si tenemos una experiencia que hemos clasificado como desagradable no vamos a querer repetirla, es como si en la memoria de mi hijo hubiese quedado grabado el último capítulo de su visita a la playa… aun cuando ha tenido otros días de mucho gozo y diversión.
Por otro lado, cuando hemos tenido experiencias muy lindas vamos con la expectativa de repetir tal cual esa situación, y muchas veces terminamos frustrados por que algo cambió, (interpretamos que falló). Obviamente no podemos aceptar que todos los instantes son únicos y por el mismo motivo irrepetibles.
Sea como sea, me di cuenta de manera profunda como es que nuestro cerebro a través de nuestros pensamientos está siempre buscando o la satisfacción de una situación o la protección de otras.
Aun, cuando sé que es una perogrullada pues lo he leído muchas veces… este ejemplo caló tan profundo en mí, que comprendí que muchas veces nuestra necesidad de querer repetir días como el día de la marmota termina causando más desdicha que asombro.
Comprender que cada día o actividad por recurrente que sea puede ser diferente ya que todo CAMBIA constantemente.
Aprender hacer un Hábito en nosotros mismos esto de vivir en el Presente, alegrarnos por la incertidumbre y los cambios.
Pues Aún, en un día soleado el agua del mar no será la misma, el viento, las personas con que nos encontremos y así muchas cosas más. Pero, en lo único que si podemos trabajar internamente es en nuestra DISPOSICIÓN a aceptar el día como se proyecta desde nuestros pensamientos y sentimientos creados y recreados por nosotros mismos en la holografía de la vida.
El día de playa puede ser transformado en un verdadero infierno si lo llenamos de expectativas, si ponemos condiciones absurdas para conectar con el gozo. O puede ser el verdadero paraíso si logramos conectarnos con algo más profundo. Yo lo he ido logrando mediante la práctica de ir cambiando la escala de la realidad, es decir voy desde lo micro a lo macro muchas veces en estos procesos.
Para mi yo libre, ver a mis hijos nadar con confianza en el mar me llenó de un gozo y satisfacción muy profundo.
Para mi yo atado a la queja, este se habría puesto a pensar en que el agua estaba desagradablemente helada, que la arena me carga, que mucho sol o mucho frío, que la gente, que toda la queja que se puedan imaginar…
Sin embargo, quiero contarles que ese día fue maravilloso para mí, única y exclusivamente porque me dispuse a estar en la normalidad del ser: Tranquila, relajada y en paz.
Por favor, no piensen que no tuve ganas de quejarme… es sólo que mis ganas de gozar fueron ¡más grandes! Hasta me bañé en el mar junto a mis hijos y mi esposo. Fueron 5 maravillosas horas de mucha conexión con el mar, su sonido, mis hijos, mi compañero de vida y la más importante: LA CONEXIÓN CONMIGO MISMA.
By A.E
María José Tardón García
Humana en cuerpo de mujer tratando de experimentar el Ser
Espejos y Fractales del Alma
@efdalma
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#libertaddesertu
#conscienciadetimismo
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